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Sostenibilidad y sistemas urbanos
23 de Julio, 2010, 21:39
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Es necesaria una transformación profunda de la concepción de las ciudades. Y ésta no puede ser una simple reforma administrativa ni un cambio del diseño de sistemas y estructuras porque tiene que incorporar una serie completamente nueva de prioridades y principios. La finalidad y la función futuras de las ciudades y las actividades de la vida urbana, tienen que ser el centro de la conciencia social y política a un nivel primario.
El primer paso hacia la reconceptualización de las áreas urbanas consiste en reconocer que todas se sitúan en biorregiones locales, dentro de las cuales pueden llegar a ser autosuficientes y sostenibles. Suelos, aguas, plantas y animales nativos, clima, variaciones estacionales y otras características naturales de la ubicación geográfica de una ciudad constituyen el ámbito básico de la consecución de los recursos esenciales de alimentos, agua, energía y materiales. A fin de que esto se haga de una manera sostenible, las ciudades tienen que identificarse y tienen que establecer una reciprocidad equilibrada con los sistemas naturales. No sólo tienen que encontrar fuentes cercanas para satisfacer las necesidades humanas sino que también tienen que adaptar aquellas necesidades a las condiciones locales. Tienen que mantener las características naturales que todavía permanecen y restaurar lo máximo posible las que han quedado dañadas. Por ejemplo, restaurar bahías, lagos o ríos contaminados para que vuelvan a ser hábitats sanos para la vida acuática puede contribuir a mejorar la autosuficiencia de las áreas urbanas en la producción de alimentos.  Las distintas áreas geográficas tienen condiciones diferentes, según sus características naturales. Hay que reconocer un conjunto de valores con una base biorregional, y después estos valores deben orientar las políticas municipales. Pueden servir de guía unos cuantos principios básicos que gobiernan todos los ecosistemas:
a) Interdependencia: aumentar la conciencia de los intercambios entre producción y consumo de recursos, a fin de relacionar más el suministro, la reutilización, el reciclaje y la restauración; reducir la explotación no equitativa; b) Diversidad: apoyar amplias gamas de medios de satisfacer las necesidades humanas y una multiplicidad de expresiones culturales, sociales y políticas; resistir las soluciones de interés único y la monocultura; c) Autorregulación: estimular actividades descentralizadas realizadas por grupos de barrio; fomentar la participación y la toma de decisiones a nivel de barrio; d) Estabilidad a largo plazo: orientar las políticas para que funcionen bajo condiciones distintas y a lo largo de diferentes generaciones; minimizar los programas de corto plazo y los remedios a base de poner remiendos.
Cuando se tienen en cuenta estos cuatro principios, se pueden tomar unas decisiones que tienen mucha más coherencia ecológica y que son, por lo tanto, mucho más prácticas que las que se toman generalmente en la actualidad. La ciudad sostenible, la ciudad verde, la ciudad ecológica o eco-ciudad es aquella ciudad que basa su funcionamiento en la imagen de los ecosistemas de la naturaleza, es decir, que sigue el modelo circular: captación, aprovechamiento y utilización local de recursos, reutilización y reciclaje local de las materias y producción nula de residuos.
Aplicación de los criterios básicos de sostenibilidad en los sistemas urbanos.
Aplicar el concepto de sostenibilidad a las ciudades y pueblos donde vivimos es un ejercicio de creatividad, pues hasta hace poco eran muy escasas las ciudades que lo habían hecho. Es sólo a partir de la Cumbre de la Tierra (Río de Janeiro, junio de 1992), donde se aprueba el voluminoso documento denominado Agenda 21, cuando muchas ciudades y pueblos inician el camino hacia la sostenibilidad. En realidad no hacían más que tomarse seriamente el Capítulo 28 de la Agenda 21.
La Agenda 21 fue uno de los documentos aprobados y adoptados por los representantes de los gobiernos de los estados-nación asistentes a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Río de Janeiro, junio de 1992), también llamada Cumbre de la Tierra. No es más que un plan de acción global con la finalidad de afrontar los retos más críticos que hoy en día se ciernen sobre la humanidad. La Agenda 21 es una guía que tiene que inspirar las políticas gubernamentales y privadas, además de las opciones individuales, a lo largo del siglo que se avecina.
El Capítulo 28 de la Agenda 21, titulado "Iniciativas de las autoridades locales en apoyo a la Agenda 21", entre otras cosas, dice: Antes de terminar el año 1996, la mayor parte de las autoridades locales de cada país tienen que haber realizado un proceso consultivo con su ciudadanía y haber alcanzado un consenso sobre una Agenda 21 local para su comunidad. Cada autoridad local tiene que establecer un diálogo con su ciudadanía, con las organizaciones ciudadanas y con las empresas privadas y tiene que aprobar una Agenda 21 local.
Para hacer realidad estos acuerdos se reunió la Conferencia Europea sobre Ciudades y Pueblos Sostenibles, que fue convocada por el Departamento de Asuntos Ambientales y Urbanos de la ciudad de Aalborg (Dinamarca). Esta Conferencia, cuyo programa fue preparado por el ICLEI -International Council for Local Environmental Initiatives-, contó con la co-organización de otras entidades europeas. La Conferencia contó con la participación de más de 600 representantes de entidades locales de toda Europa, y en ella se aprobó la Carta de Pueblos y Ciudades Europeas hacia la Sostenibilidad. Esta carta, además de contener una declaración consensuada que lleva por título, "Las ciudades europeas hacia un desarrollo sostenible", fue el inicio de una Campaña europea de pueblos y ciudades sostenibles. Representó también el inicio del proceso de compromiso de muchos pueblos y ciudades europeas en la Agenda 21 local, a través de Planes de Acción Locales hacia la Sostenibilidad.
Actualmente han adoptado este proceso más de 250 ciudades europeas de unos 30 países. En Catalunya, en la campaña de las elecciones municipales de 1995 y a propuesta de Els Verds, una formación política (la coalición electoral IC-Els Verds) aceptó el reto de elaborar Agendas 21 locales y se comprometió a ponerlo en práctica a lo largo de la legislatura 1995-1999. Hoy ya existen algunos municipios en los que el Consell Plenari de su Ayuntamiento ha aprobado la Carta de Aalborg, a iniciativa de concejales de diversas formaciones políticas. Pero todavía hay muchos municipios catalanes que no la han adoptado.
Las 600 personas asistentes a la Conferencia de Aalborg se transformaron, dos años y medio más tarde, en más de 2.000, que se reunieron en Lisboa (octubre 1996) en el marco de la 2ª Conferencia Europea de Ciudades y Poblaciones Sostenibles. Allí se redactó y aprobó El Plan de Acción de Lisboa: de la Carta a la Acción. La Campaña Europea de Ciudades y Poblaciones Sostenibles que cuenta con el apoyo del Grupo de Expertos sobre Medio Ambiente Urbano de la Comisión Europea (Expert Group, 1966) se está desarrollando en algunos cientos de ciudades y poblaciones europeas. A través del compromiso de los gobiernos municipales y de consensuar la creación de fórums participativos de Sostenibilidad y/o de Medio Ambiente, muchas comunidades locales europeas han iniciado, con bastantes contradicciones, el camino de la sostenibilidad.
En Catalunya nació (julio 1977) la "Xarxa de Ciutats i Pobles cap a la Sostenibilitat", que agrupa unos 150 municipios de nuestro país que trabajan para abrir la vía de la sostenibilidad a nivel local.
Los sistemas urbanos actuales: la sostenibilidad de las ciudades industrialistas.
A finales de los setenta Barcelona fue pionera en el estudio de la ciudad como un ecosistema. Fruto de este trabajo pionero apareció una publicación "Parés et alt", (1985). Este trabajo se perdió en el olvido y sólo se hizo de él una recuperación actualizada con ocasión de la exposición Barcelona funciona: la ecología de una ciudad que se mostró a la ciudadanía en el Parc de la Ciutadella (octubre 1986-enero de 1987). Con ocasión de la exposición también se hizo una publicación de dicho trabajo (Rodríguez, 1987). Paralelamente, aparecía publicado en una revista ecologista un artículo titulado "El municipi lliure i verd" (Alternativa Verda, 1984) donde se hacía una crítica radical a los sistemas urbanos industrialistas y proponía la estrategia básica para que los asentamientos humanos iniciaran el camino hacia la sostenibilidad y describía las tecnologías que nos permitían hacerlo.
Cualquier interpretación que se haga de un análisis ecológico de los asentamientos urbanos industrialistas nos lleva irremisiblemente a la conclusión de que las ciudades industriales son insostenibles a nivel ecológico: importan agua expoliándola de otros usos humanos y no humanos; importan energía destruyendo parajes para hacer en ellos explotaciones de carbón, inundando valles fértiles para construir en ellos grandes embalses, hipotecando territorios enteros con petroquímicas y nucleares y contaminando grandes extensiones con lluvias ácidas y radioactividad; importan alimentos y vegetales y animales producidos en lugares lejanos donde se ha impuesto el monocultivo intensivo, basado en productos químicos, que envenena y agota la tierra y produce enfermedades en las personas; importan materias primas que no tienen ni producen, condenan grandes regiones del planeta a ser sus suministradores. Todo ello para producir cada vez más productos innecesarios que tienen una vida cada día más limitada, que pasan de moda rápidamente y que se tiran una vez utilizados. Además generan y exportan cantidades crecientes de residuos, desde aguas altamente contaminadas hasta basuras de todo tipo, pasando por gases de efecto invernadero y otros gases contaminantes (muchos de ellos tóxicos), que la naturaleza no puede reciclar, unas veces porque se generan a una velocidad superior a la del reciclaje natural y otras porque son materiales que la naturaleza no puede reciclar.
Las ciudades industrialistas siguen el modelo lineal: captación distante de recursos, utilización local de productos, generación local de residuos y de contaminación y su vertido a los sistemas naturales cercanos y/o lejanos de la ciudad. Un modelo que sólo se reproduce inyectando cantidades crecientes de energía no renovable y a un coste económico bastante elevado (incluso sin contar los costes ecológicos y sociales que lleva aparejados). El diseño de sistemas sostenibles y la medida del grado de sostenibilidad.
Ha habido diferentes proposiciones de cara al diseño de sistemas humanos sostenibles. El diseño ecológico y la permacultura son dos de ellas. El diseño ecológico constituye la propuesta de la pareja Nancy Jack Todd y John Todd y de Sim Van der Ryn. Los Todd, fundadores en 1969 de New Alchemy Institute (Cape Cod, Massachussets), son autores de diferentes obras (Todd, 1984, 1994).
El galardonado arquitecto californiano es autor de una obra clásica de sostenibilidad (Van der Ryn, 1986) y presidente del veterano Farallones Institute de Sausalito, institución de investigación líder en diseño ecológicamente sostenible. En una obra pionera, los Todd (1994) describen los preceptos del diseño biológico a partir de su experiencia en el New Alchemy Institute:
1)el mundo vivo es la matriz para cualquier tipo de diseño; 2) el diseño tiene que seguir las leyes de la vida y no oponerse a ellas; 3) la equidad biológica tiene que determinar el diseño; 4) el diseño tiene que reflejar las características de la biorregión; 5) los proyectos se tienen que basar en las fuentes renovables de energía; 6) el diseño tiene que ser sostenible mediante la integración de los sistemas vivos; 7) el diseño tiene que ser co-evolutivo con el mundo natural; 8) la edificación y el diseño tienen que ayudar a curar el planeta; 9) el diseño tiene que seguir la ecología sagrada.
En una preciosa obra (Van der Ryn, 1996), el fundador del Ecological Design Institute nos propone los 5 principios del diseño ecológico:
1) Las soluciones crecen desde el lugar: el diseño ecológico empieza con el conocimiento íntimo de un lugar concreto, por lo tanto, es de pequeña escala y directo, responsable tanto ante la población local como las condiciones locales. Si somos sensibles a los lugares podremos habitarlos sin destruirlos; 2) La contabilidad ecológica informa el diseño: averigua los impactos ambientales de los diseños existentes y de los que propone. Utiliza esta información para determinar la posibilidad de diseño más adecuado ecológicamente; 3) Diseñar con la naturaleza: trabajando con los procesos vivos se respetan las necesidades de todas las especies, a la vez que se cubren nuestras necesidades. Al comprometernos en procesos que regeneren en vez de agotar, nos convertimos en más activos; 4) Cada cual es diseñador: escucha todas las voces en el proceso de diseño. Nadie es sólo participante o diseñador, cada cual es a la vez participante-diseñador. Honra el conocimiento especial que aporta cada persona. A medida que las personas trabajan juntas para curar los lugares donde viven, a la vez se curan ellas mismas; 5) Hacer visible la naturaleza: los ambientes desnaturalizados ignoran nuestras necesidades y nuestro potencial de aprendizaje. Al hacer visibles los ciclos naturales y los procesos volvemos a dar vida al ambiente diseñado. El diseño efectivo ayuda a informarnos de nuestro lugar en el seno de la naturaleza.
Otra importante aportación para ir convirtiendo las ciudades en sostenibles es el diseño permacultural a partir de la permacultura. La palabra permacultura define un sistema de diseño que abandona la organización sectorial lineal de los sistemas en los que se basa la sociedad industrialista a fin de crear vínculos entre los diversos elementos necesarios para cada tarea específica. Esta nueva rama del conocimiento desarrollada a partir de los trabajos de Bill Mollison (1988) nos enseña que cada elemento cumple distintas funciones y cada función puede estar formada por diferentes elementos. De este modo cada elemento mejora la función de todo el resto de una forma similar a lo que sucede en los organismos más desarrollados. La permacultura es un sistema de diseño orientado a la creación de una agricultura productiva y diversificada y a la consecución de ciudades sostenibles: los dos factores son esenciales a la hora de posibilitar la estabilidad de la vida en el planeta. Se basa en la observación de la naturaleza y los sistemas tradicionales de cultivo y de construcción e integra las nuevas ideas en la configuración de sistemas y en el diseño ambiental.
Declan Kennedy (1995), arquitecto urbanista alemán y, especialista en permacultura sintetiza así su visión de ciudades sostenibles: una ciudad de diversidad, compresible, bajo una mínima cobertura del sol, una ciudad con distancias cortas, una ciudad eficiente energéticamente, libre de emisiones tóxicas, que valora y preserva el agua, una ciudad que controla los detalles, una ciudad con edificios ecológicos, una ciudad productora de alimentos, tranquila, en paz, responsable de sí misma y una ciudad de valores humanos.
En los últimos años ha habido grupos que han elaborado nuevos conceptos metodológicos para medir el grado de sostenibilidad de una sociedad: el concepto de espacio ambiental (Friends of the Earth Netherland, 1992), los conceptos de huella ecológica (Wackernagel & Rees, 1996), los indicadores de sostenibilidad (Sustainable Seattle, 1993); The New Economics Foundation-WWF.UK, 1994; Berrini, M. & A. Valentinelli, 1996; Habitat II, 1996; Suita, L.A. (1998); Fòrum Cívic Barcelona Sostenible, 1997).
¿Cómo empezar a andar por la vía de la sostenibilidad?
En todo el mundo hay grupos de personas que trabajan para responder a esta cuestión, tanto a nivel urbano como a nivel rural. Incluso se hacen conferencias internacionales y existen redes de intercambio de información y de experiencias. Naturalmente el reto más importante que tenemos las personas que habitamos en las urbes industrialistas es el de definir estrategias para iniciar de una vez para siempre el camino hacia la sostenibilidad. Y no sólo definir estrategias, sino lo que es más importante: construir acuerdos y coaliciones entre grupos organizados y ciudadanos preocupados por apiñarse en el camino de la sostenibilidad. Un proceso participativo en que todas las personas participantes aprenden mientras avanzan. Cada área urbana tiene que elaborar y desarrollar un Plan de Acción ecológicamente orientado, pero también económico, cultural y social que ofrezca una calidad de vida suficiente para todas las personas que residen en ella y que esté en armonía con su bioregión.
Avanzar hacia una ciudad sostenible incluye el enverdecimiento de las ciudades (plantar, hacer crecer, cultivar todo tipo de especies vegetales en la ciudad) pero no se limita a la revegetación. Incluye muchas más cosas, como por ejemplo la conversión a energías renovables; el desarrollo de transportes adecuados; el reciclaje y la reutilización a todos los niveles; más traspaso de poderes a los barrios; el apoyo a las empresas pequeñas y cooperativas con sentido de responsabilidad social; la restauración de los hábitats silvestres; una amplia participación en la planificación de la sostenibilidad; y la creación de nuevas expresiones artísticas y celebraciones cívicas.
Ya existen muchos grupos separados que trabajan en diferentes sectores en el camino de la sostenibilidad urbana, y que pueden ofrecer sus planteamientos como elementos de un programa global, un paraguas verde que impulse los inmensos cambios culturales e institucionales que se necesitan. Que estos cambios se hagan con una perspectiva u otra dependerá por un lado de la ciudadanía y de las ONG y del otro de la capacidad de liderazgo que las personas comprometidas y las ONG más clarividentes sean capaces de asumir y de proyectar en el proceso de cambio. Por descontado, el desarrollo de este proceso se puede facilitar o entorpecer desde las distintas administraciones, dependerá en este caso de la capacidad de presión y de diálogo entre las partes actuantes en el proceso que se avance más deprisa o con más lentitud por el camino de la sostenibilidad.-
Josep Puig
Ecosiglo
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Quincha y bambú para reconstruir Haití
3 de Julio, 2010, 20:09
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Expertos peruanos llevan una versión mejorada de la quincha, para usarla en la reconstrucción de Haití, devastado por un terremoto el 12 de enero pasado, con un saldo de más de 200 mil muertos y un millón de casas destruidas. La misma técnica de reconstrucción fue aplicada con éxito en Pisco, tras el terremoto del año 2007.
Frente al mar de Pisco, un edificio antiguo aparece ileso en medio de innumerables casas derruidas y un malecón fantasma, destruido también. Es el local de la Capitanía de Puerto, el único edificio frente al mar de Pisco que permanece en pie tras el terremoto de 7.9 grados que azotó esa ciudad el 15 de agosto del año 2007.
-¿Con qué material está construido ese edificio?- pregunta José Morales, un joven proveniente de México que acaba de integrarse como voluntario en la organización "Pisco Sin Fronteras".
-Con quincha- responde Jaime Mok, un arquitecto peruano experto en edificaciones no convencionales.
En Pisco, el 70% de las viviendas quedaron afectadas por el terremoto, miles de personas perdieron sus casas. La ayuda llegó de todas partes, pero fue concentrada en el centro de la ciudad. Entonces las Asociación "Paz y Esperanza" de Perú, y las financieras "Diakonie Katastrophenhilfe" y "GTZ" de Alemania, decidieron ir a una zona rural más alejada, llamada "Cabeza de Toro" y "Santa Rosa" en el distrito de Independencia, donde no llegaba la asistencia. Allí organizaron a la población desde el 16 de agosto, un día después del terremoto, y emprendieron la tarea de edificar casas nuevas con lo que la naturaleza provee en el lugar: eucalipto, bambú, barro, paja, arena y un poco de cemento.

La técnica empleada fue la quincha mejorada, que consiste en construir marcos y listones de madera a los que se entrelazan varas de caña brava. Luego este tejido es recubierto con barro, que cuando seca recibe una ligera capa de arena y cemento pulido, lo que da un acabado idéntico a las construcciones de ladrillo, como un tarrajeado. Los techos, cuya base también es elaborada con eucalipto o madera, están armados con mallas tejidas de tiras de bambú, reforzadas con una cobertura de esteras. Por la forma ovalada de los techos esas casas son denominadas "domobambú" o "casas Tortuga".

"Estas casas tienen propiedades sismo resistentes, son térmicas y de bajo costo, y las paredes duras como el concreto. Nadie lo cree hasta que ve cómo han sido construidas. El bambú es un material noble y debemos difundir su uso en la construcción, es conocido como el acero vegetal. En el Perú tenemos toda una herencia del empleo de la quincha, ahí tenemos las casas republicanas limeñas, que han soportado muchos sismos y permanecen intactas", señala el arquitecto Jaime Mok, quien es coordinador regional de "Paz y Esperanza" en Ica.

Al comienzo, los pisqueños desconfiaban del empleo de tecnologías constructivas diferentes a la del concreto y ladrillo. Al igual que el adobe reforzado, los muros de quincha y los techos domobambú causaron dudas en cuanto a ser utilizados de nuevo pues la gran mayoría de las casas que se cayeron eran de materiales similares. Sin embargo, apostaron por la técnica mejorada, la cual fue desarrollada, en el caso de los techos domobambú, en los talleres de la Universidad Nacional de Ingeniería, y ahora han construido barrios enteros con quincha. Inclusive los pobladores aprendieron a construir ellos mismos viviendas de dos pisos con muchas habitaciones, y perfeccionaron una técnica Boliviana para purificar el agua insalubre de las acequias. Los pobladores de "Cabeza de Toro", en Pisco, lograron satisfacer rápidamente sus necesidades de viviendas seguras y mejoraron su calidad de vida.

Una esperanza para Jacmel
Esta experiencia ha sido compartida por la organización alemana "Diakonie Katastrophenhilfe" y los especialistas peruanos Rocío Quispe y Jaime Mok en Haití, asolado el 12 de enero pasado por un terremoto que dejó al país literalmente en ruinas. La reconstrucción aún no comienza, pero las autoridades haitianas consideran que ya es necesario contar con un plan para levantar casas seguras porque en Haití la devastación fue casi total, pese a que la intensidad del sismo (de magnitud 7.0 en la escala de Richter) fue menor a la que soportó Pisco.
¿Por qué la gran mayoría de edificaciones se cayeron? Los expertos peruanos comprobaron que en el país Caribeño las construcciones eran extremadamente precarias. A pesar que el principal material de construcción es la bloqueta o ladrillo de concreto color blanco, en la mayoría de los casos han sido mal elaborados tan mal que se pudo evidenciar cómo algunas bloquetas se desmoronan en las manos con sólo aplastarlas. La informalidad en la construcción fue un elemento muy grave, ya que por ahorrar costos los haitianos utilizaron concreto con poco cemento, edificaron columnas muy esbeltas y con pocas varillas de hierro. La falta de una adecuada planificación urbana agravó la situación. Casi todas las viviendas estaban ubicadas en zonas de alto riesgo. Antes del terremoto, Haití tenía un déficit de 1 millón de viviendas. Después del 12 de enero, a esa cifra se han sumado 200 mil viviendas que fueron destruidas o severamente dañadas. Lo peor de todo es que algunas familias están comenzando a reconstruir por cuenta propia sus casas con la misma precariedad e informalidad de antes.
"El desastre que se observa en Haití sobrepasa en extensión 100 veces lo vivido en Pisco. El grado de hacinamiento y suciedad de muchos campamentos y comunidades es realmente lamentable. No ha comenzado la reconstrucción aún. Sólo se ha logrado limpiar los caminos, pero los edificios y casas aún permanecen destruidos y sin remover sus escombros. El tráfico de vehículos es terrible en la capital, los campamentos y la estrechez de las carreteras lo complican todo", relata Jaime Mok.
Según información proporcionada por el Comité Internacional de la Cruz Roja, en Haití decenas de miles de personas siguen viviendo bajo una lona impermeable sujeta por cuerdas y palos que pudieron ser rescatados de las ruinas. En Puerto Príncipe, la capital haitiana, han sido improvisados más de 500 campamentos donde la gente se amontona en un pequeño espacio de aquella ciudad ya superpoblada. En la semana que siguió a la catástrofe, la Cruz Roja suministró materiales para la construcción de refugios de emergencia a unas 20 mil familias. Desde entonces, ha proporcionado refugios de emergencia a unas 400 mil personas. La mayoría de estos refugios tienen por objetivo satisfacer las necesidades inmediatas de privacidad y protección, pero con la llegada de la temporada de los huracanes es creciente la necesidad de construir viviendas resistentes.
Los equipos de la Cruz Roja están trabajando día y noche para cumplir con un ambicioso objetivo: construir 20 mil refugios de un piso para las zonas rurales y urbanas y 15 mil unidades de dos pisos para familias residentes en zonas urbanas de Puerto Príncipe donde el espacio es escaso. La Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja asumió también la coordinación del grupo sobre refugios, un consorcio que engloba 36 organizaciones e instituciones humanitarias encargadas de proveer refugios de corto y largo plazo. "Se trata de un complejo y masivo esfuerzo que implica encontrar tierras, resolver problemas de títulos de propiedad, limpiar escombros, reubicar campamentos, construir refugios comunitarios, suministrar saneamiento, evaluar los edificios dañados, distribuir materiales de construcción y hallar mano de obra calificada, por sólo mencionar algunas de las tareas que deben realizarse", detalla la Cruz Roja en su boletín oficial.
Pero el problema de construir viviendas resistentes a los sismos y los huracanes no se limita sólo a Puerto Príncipe. En la ciudad de Jacmel, ubicada a tres horas al sur de la capital, el mayor desafío es encontrar lugares seguros y construir alojamientos permanentes. En esa localidad muchos de los lugares donde están siendo reubicadas las familias no reúnen las condiciones de servicios adecuados que garanticen la seguridad y la dignidad de la población, ni las facilidades para trabajar y ganarse la vida. Por eso los profesionales peruanos que llegaron a Haití sostuvieron reuniones con autoridades y les explicaron que en zonas rurales de Jacmel, que tiene cerca de 140 mil habitantes, donde el suelo es pobre, se puede emplear la quincha mejorada con un plan de crecimiento progresivo de la vivienda, y no priorizar tanto la construcción de viviendas de transición pues los gastos se duplican finalmente.
En Jacmel puede observase un gran daño en las edificaciones, sobre todo muchas viviendas colapsadas e inhabitables. De ahí la importancia de capacitar a la población para que autoconstruyan de manera masiva sus viviendas con quincha mejorada u otros, con propuestas que tomen en cuenta las costumbres, los escasos recursos existentes y los importables, así como las formas de vida de las familias haitianas. La opción de los expertos peruanos está planteada, los estudios están hechos. En Haití existen las condiciones adecuadas para construir viviendas con quincha mejorada, existen recursos locales que pueden ser empleados como relleno de muros y la madera requerida va a ser importada. En este momento lamentablemente no hay mucho bambú en Haití, pero varias organizaciones internacionales han fijado la meta de incorporar de manera agresiva su sembrío y empleo en la reconstrucción. Sólo falta la decisión de dejar de lado esa informalidad que resultó ser mortal.-
Las casas edificadas con quincha mejorada son sismorresistentes, y su elaboración tiene un bajo costo.
CASA DOMOBAMBÚ
- La casa modelo con techos domobambú es de 6 módulos. Cada uno mide 3m x 3m.
- El tiempo de construcción de la casa es de aproximadamente seis semanas.
- En el Perú el valor de los materiales para la casa es de S/. 6.000 –o US$2620.-, la misma cantidad del bono que el gobierno destinó para los afectados del terremoto de Pisco.-
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Marcelo Puelles Diario "La Primera"
Lima, Perú
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